Diálogo en torno al Decálogo por una vivienda digna de ATTAC Madrid


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El Decálogo por una vivienda digna de ATTAC Madrid no es un programa político. Su finalidad no es imponer, sino invitar a reflexionar y proponer soluciones para renovar unas políticas de vivienda que han provocado miles de desahucios de propietarios e inquilinos, un parque raquítico de vivienda social, especulación inmobiliaria y financiera, corrupción generalizada, ilegalidad urbanística, y un largo etcétera.
Esta reflexión se antoja imprescindible en un momento en el que todo el debate público gira en torno a la necesidad de paliar las consecuencias más dramáticas de la llamada “burbuja inmobiliaria”. La gravedad de las heridas abiertas apenas nos deja tiempo para debatir sobre el fondo de la cuestión, sobre las políticas erróneas que nos condujeron a este desastre o sobre la reiterada incapacidad del mercado para garantizar por sí solo un alojamiento adecuado a todo ser humano. Ni los partidos políticos ni la sociedad civil parecen haber emprendido una reflexión profunda sobre la necesidad de cambiar de modelo radicalmente. Ni siquiera los sectores más críticos de la sociedad parecen exigirlo.

Cualquier reivindicación sobre servicios públicos en España traza dos líneas rojas: sanidad y educación. ¿Acaso el agua o el alojamiento no requieren también una amplia política de servicio público? ¿Por qué nuestro desastre inmobiliario no nos ha animado a situar el alojamiento detrás de una línea roja? ¿Por qué hubo desde los años ochenta un consenso para la aprobación de una Ley General de Sanidad y una Ley General de Educación y no para la aprobación de una Ley General de Vivienda?

ATTAC Madrid invita a reflexionar sobre estas cuestiones. El derecho al alojamiento aparece expresamente reconocido como una necesidad para alcanzar una vida digna en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ha reconocido recientemente, en relación con España, que las administraciones que no ofrezcan alternativas habitacionales para las personas afectadas por desalojos incurren en tratos inhumanos y degradantes. Incluso desde posiciones filosóficas poco sospechosas de revolucionarias, como es el caso de la filósofa norteamericana Martha Nussbaum, se reconoce el alojamiento como una capacidad o función humana básica y transcultural.
La vivienda es una necesidad vital concreta y, por tanto, un fin en sí mismo. Se convierte en un instrumento tóxico cuando se la considera como un mero producto especulativo.

Las propuestas del Decálogo para una vivienda digna pretenden ser un punto de partida. Son planteamientos sencillos y abiertos que sugieren, y no es poco, la necesidad de abrir un gran debate público para pensar una política de vivienda diferente, capaz de garantizar el derecho de todas las personas a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Nada que ver, por tanto, con las políticas que se limitan a desmantelar la poca vivienda pública aún existente y a crear un “banco malo” para resolver los problemas de las entidades financieras.
La vivienda aún requiere un debate profundo entre las políticas necesarias y las políticas tóxicas.

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