Dossier |
Ann Pettifor · Will Hutton · Gary Younge |
![]() Este Dossier sobre el legado de Margaret Thatcher viene a completar la perspectiva abierta la semana pasada con el artículo de Michael Hudson y Jeffrey Sommers (“El legado económico de la Sra. Thatcher”: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5877), y consta de los siguientes textos:
1) Ann Pettifor y Douglas Coe: El
legado económico de Thatcher
2) Will Hutton: Si de veras nos había salvado la revolución
de Thatcher, ¿por qué está hoy Gran Bretaña hecha un desastre?
3) Gary Younge: La Dama de Hierro ha muerto, pero el
thatcherismo sigue vivo
1) Ann Pettifor y Douglas
Coe: El legado económico de Thatcher
Resulta
irónico que el funeral de Margaret Thatcher vaya a tener lugar en la catedral
de St. Paul’s, ubicada en plena City de Londres. El mundo que rodea al gran
monumento de [Sir Christopher] Wren está empezando a desenmarañarse como
resultado de las fuerzas de liberalización que ella ayudó a desencadenar. Los
bancos están en bancarrota, se han perdido miles de empleos y la reputación de
honra y juego limpio arduamente ganada por la City yace hecha jirones.
La acción más
fundamental de la era de Thatcher en la economía consistió en intensificar la
liberalización del sector financiero. Esto lo dicto la City y lo respaldaron
los primeros economistas monetaristas.
La inflación
de la década de 1970 la provocó originariamente esta liberalización y expansión
del crédito, a escala nacional e internacional: demasiado dinero a la caza de
pocos bienes y servicios. El auge del periodo [Nigel[ Lawson [ministro de
Economía de Thatcher] a finales de los 80, siguiendo los pasos de los recortes
gubernamentales, se produjo mientras la masa monetaria volvía a desquiciarse.
Desde el inicio de la liberalización de las finanzas a fines de los años 60, la
economía mundial ha ido como por una montaña rusa, impulsada por repetidos
ciclos de excesos financieros, inflaciones, fracaso y recorte económicos. El
auge casi unánimemente celebrado de 1992-2007 fue una ilusión sólo posible
gracias a una inflación de la deuda de un tipo más grave que la de los años 30.
Mientras se
recrudece el debate sobre su herencia, los economistas se muestran ruidosos en
su afirmación de que Thatcher “arregló” la economía. Los economistas como el
profesor van Reenan, de la London School of Economics, hacen vagas afirmaciones
sobre las mejoras de la economía de oferta o la competitividad. Estas se
remontan a argumentos desplegados por los primitivos monetaristas: Samuel
Brittan, del Financial Times; Brian Griffiths, hoy en Goldman Sachs y asesor
del Arzobispo de Canterbury; y Peter Jay, ex-editor de Economía de la BBC. Eran
argumentos utilizados para justificar la liberalización, y estas medidas
políticas provocaron que se deteriorase la economía de cualquier modo
imaginable.
En el informe
de PRIME de 2010, The Economic Consequences of Mr Osborne [firmado por Victoria
Chick y Ann Pettifor], se incluía un examen de las experiencias económicas de
postguerra.1976 es una fecha clave: el momento en el que el gobierno laborista
presuntamente “rindió el keynesianismo” a las “reformas” del FMI que
precedieron y anticiparon las medidas políticas de Thatcher.
Los titulares
económicos más evidentes de antes y después de 1976 son:
· El desempleo
llegaba a una media del 2.3 % antes de la reforma y después de 1976 llegó a una
media del 7.7 % anual;
· El
crecimiento del PIB era de un 2.7 % anual antes de la reforma y un 2.2 % anual
más tarde; y
· La
distribución de la renta iba estrechándose casi todos los años antes de la
reforma.
Y entonces se
produjo la verdadera transformación. “El volumen del aumento de la desigualdad
a lo largo de los años 80 no tenía paralelo en la historia ni comparado con la
mayoría de los demás países desarrollados”, de acuerdo con el Institute for
Fiscal Studies en un informe de 2011 [“Poverty and Inequality in the UK: 2011”]
También es un
mito que la Edad Dorada que precedió a la liberalización se viera agobiada por
una sobredependencia del Estado o el sector público.
Antes de que
Thatcher llegara al poder, el Reino Unido poseía un pujante sector
manufacturero. En 1970, el 33 % de la economía se describía como manufacturera.
Actualmente, esta proporción asciende al 10%. Antes de Thatcher, los dueños de
las empresas tenían confianza para invertir: en términos reales, la inversión
de capital crecía en un 4.6 % al año antes de sus reformas, y sólo el 2,6%
después.
La actividad
económica se extendía más allá de las manufacturas tradicionales y del Estado;
había una edad de oro del teatro, del diseño y, por supuesto, de la música
popular. Gran Bretaña podía permitirse asistencia sanitaria y educación para
todos; era gratuita la educación secundaria y superior; una red de seguridad
protegía a los pocos que no disponían de trabajo, y de los ancianos cuidaba un
sistema de pensiones que funcionaba.
Contrariamente
al consenso de la profesión económica, desde la reforma, el volumen del gasto
del Estado ha crecido como parte de la economía:
· La
estimación más amplia del volumen del Estado, el gasto general del Estado en
tanto que parte del PIB, creció del 37 al 41 %, después de Thatcher.
· En términos
de finanzas públicas, la deuda publicada estimada como parte del PIB cayó una
media de 5 puntos porcentuales al año en el periodo anterior al thatcherismo.
Se elevó en 1,3% puntos porcentuales anuales en el periodo posterior.
Este
crecimiento no es, por supuesto, resultado positivo de un mayor gasto público
en bienes y servicios o de la inversión pública. Antes bien, representa los
costes del fracaso de la reforma. A medida que se deterioraba la economía, se
disparaba el coste del Bienestar y del pago de intereses.
En todo este
debate, olvidan los economistas para qué está la economía. No está para servir
a los ricos, ni tiene solo que ver con el “crecimiento” o la “competitividad”.
Proporciona una salida a la creatividad humana y satisface el hondo deseo de
trabajar del género humano. Crea un armazón que nutre y protege a los jóvenes,
los más vulnerables y los ancianos; que alivia ante las adversidades y
acrecienta los placeres de la vida a todos los que viven en su seno.
De acuerdo con
estos términos, las reformas promovidas por la profesión económica y llevadas a
la práctica por Thatcher le fallaron de forma catastrófica a las gentes de Gran
Bretaña.
Ann Pettifor es directora de PRIME: Policy Research in
Macroeconomics (www.primeeconomics.org), un organismo de
investigación sobre la naturaleza del crédito y su papel en los resultados
macroeconómicos. En el año 2006 publicó The Coming First World Debt Crisis,
donde ya preveía la actual coyuntura económica. En los años 90 dirigió la
campaña Jubilee 2000, que logró la condonación de 100.000 millones de dólares
de la deuda de 42 países. Es coautora de The Green New Deal y, junto a Victoria
Chick, del estudio The Economic Consequences of Mr Osborne. Douglas Coe es
economista de PRIME.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón ATTAC Castilla y Leon no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización |
El legado de la Sra. Thatcher.
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