Francisco Morote Costa – ATTAC Canarias
Se cumple ahora, diciembre de 2012, el decimoquinto aniversario de la
publicación en Le Monde diplomatique del editorial de Ignacio Ramonet Desarmar a
los mercados ( diciembre, 1997 ). Es un suceso digno de recordar porque en aquel
editorial Ramonet describía al poder financiero – la banca sobre todo -, como el
responsable de una globalización que “está poniendo a los pueblos en estado de
inseguridad generalizada” y que ” ignora y rebaja a las naciones y a sus Estados
como espacios idóneos para el ejercicio de la democracia y garantes del bien
común.”
Por consiguiente, con una visión profética que el paso del tiempo no ha hecho
sino confirmar, sostenía : ” El desarme del poder financiero debe convertirse en
un objetivo de interés cívico de primera magnitud, si se quiere evitar que el
mundo del próximo siglo se transforme en una jungla donde los predadores
impongan su ley.”
Pero, ¿cómo desarmar, por aquel entonces, a los mercados, es decir, al poder
financiero?
Ramonet proponía tres medidas : “Supresión de los paraísos fiscales; aumento
de la fiscalidad en las rentas del capital; aplicación de tasas sobre las
transacciones financieras”. Y poniendo el acento en la tercera de las propuestas
lanzaba la idea de la Tasa Tobin, “mecanismo disuasorio” contra “la libertad
total de circulación de capitales (que ) desestabiliza la democracia.”
Como es bien sabido el editorial de Ramonet concluía con la proposición de
crear a escala internacional Acción por una Tasa Tobin de Ayuda a los Ciudadanos
( ATTAC ), acrónimo que hoy corresponde a Asociación por una Tasa a las
Transacciones financieras para Ayuda al Ciudadano.
Transcurridos quince años desde el editorial de Ramonet y cuando la dramática
crisis económica y social que el poder financiero contribuyó decisivamente a
desatar no ha remitido, podemos preguntarnos, ¿hemos desarmado a los mercados,
al poder financiero que se oculta tras de ellos?
Desde luego no es una tarea que corresponda sólo a ATTAC, una sencilla
asociación, al fin y al cabo, pero la necesidad de hacerlo, la necesidad de
meter en cintura al poder financiero, ese poder fáctico que está por encima de
los gobiernos y de la democracia, es más perentoria que nunca.
¿ Cómo hacerlo ?
Sin duda, las propuestas de Ramonet siguen siendo válidas, pero si se quiere
desarmar de verdad el poder financiero y muy especialmente el de los banqueros
convertidos en ‘banksters’, hay que ir mas lejos.
Mi idea es que hoy, para socavar el poder financiero, hay que desarrollar
tres líneas de acción: la de la justicia fiscal global; la de las
nacionalizaciones; y la de la defensa y expansión del Estado del bienestar.
Hoy la justicia fiscal global hay que traducirla en múltiples impuestos
mundiales antiespeculativos, solidarios, ecológicos, etcétera, entre los que
sigue teniendo un papel esencial la popularmente conocida como Tasa Tobin. Pero,
además, es más necesario que nunca el imperio de modelos fiscales donde las
rentas tributen en proporción a los ingresos, modelos que luchen eficazmente
contra el fraude, la evasión y el exilio fiscal. El complemento de esta batalla
contra la insolidaridad de los ricos, que es como decir el poder financiero
mismo, sigue siendo, como proponía Ramonet la lucha por la supresión de los
paraísos fiscales,”zonas en las que reina el secreto bancario, que no sirve más
que para camuflar malversaciones y otras actividades mafiosas”. ( Por cierto,
¿para cuándo un Día Mundial para la Supresión de los Paraísos Fiscales? )
Más de tres décadas de neoliberalismo y de una propaganda maniquea que ha
repetido hasta la saciedad la mentira de que lo privado es siempre mejor y más
eficaz que lo público, ha ‘acostumbrado’ a la ciudadanía a aceptar como
inevitable que lo público – empresas, servicios -, se privatice, engaño
increíble, en beneficio de toda la sociedad, falsedad que el monopolio de los
medios ha propagado sin fisuras durante la era de la globalización neoliberal.
Y, sin embargo, cuando el desastroso desempeño del modelo capitalista neoliberal
ha llevado a la quiebra de multitud de entidades financieras, haciendo temer un
crack de proporciones mayores que el de 1929, esas entidades, bancarias casi
todas, han sido nacionalizadas ¿ publitizadas?, tranquilamente para poder ser
saneadas con dinero público y con el propósito, inaudito desde cualquier punto
de vista, de devolverlas otra vez al ‘mercado’, para que puedan seguir
lucrándose con su actividad mafiosa a costa de la inmensa mayoría de la
sociedad.
Hay que poner fin a este desatino. ¿Qué hacer con unos bancos privados con
ánimo de lucro que están en el origen de la crisis financiera, económica y
social de 2007 hasta hoy; que han sido recapitalizados con sumas billonarias de
dinero público y que en muchos países continúan su carrera de enriquecimiento
privado a costa del endeudamiento de las familias hipotecadas y ahora, también,
con el saqueo del dinero de los presupuestos generales de los Estados a través
de la deuda soberana y a costa de la destrucción del Estado del bienestar ?
¿Alguien en su sano juicio puede esperar que una banca así pueda ser refrenada o
controlada por los poderes políticos al uso? No, justamente sucede al revés, son
ellos los que en última instancia, véase el caso de la Unión Europea hoy,
controlan y dirigen a los poderes políticos.
De ahí que la única decisión lógica, si se quiere poner fin a la dictadura de
los mercados, al imperio del poder financiero internacional, sea la de
nacionalizar toda la banca privada con ánimo de lucro, convirtiéndola en banca
pública capaz de operar con criterios éticos y económicos sostenibles.
El capítulo de las nacionalizaciones tampoco debería acabar con la
nacionalización de la banca privada con ánimo de lucro – la banca ética privada
podría ser la excepción a la regla -, sino que podría continuar con la
renacionalización de aquellas empresas y servicios públicos, agua potable, por
ejemplo, que fueron dolosamente privatizadas y que el tiempo ha demostrado que
ni son mejores ni funcionan con más eficacia, al revés en más de una ocasión,
que cuando eran públicas y proporcionaban ingresos al Estado y a otros poderes
públicos que revertían en beneficio de todos y no de unos pocos.
Finalmente, el corolario de estas medidas y su conclusión natural sería el
rescate histórico de un Estado del bienestar puesto en entredicho por la deriva
neoliberal de la UE, con servicios públicos – sanidad, educación, servicios
sociales, pensiones – que se extendieran, como responsabilidad de la comunidad
internacional y de todos y cada uno de los Estados, a toda la población
mundial.
Queda, sin embargo, una cuestión crucial que abordar. ? Quién puede llevar
adelante esta gigantesca tarea, esta empresa de titanes?
Cuando en 1997 Ramonet proponía coordinar la acción de ATTAC “con sindicatos
y asociaciones con finalidades culturales, sociales o ecológicas”, para la
consecución de la Tasa Tobin, marcaba un camino que en la actualidad es
claramente insuficiente. La tarea hoy, para poner fin a la dictadura financiera,
requiere del esfuerzo de toda la sociedad permanentemente movilizada. Hace falta
un renacimiento del altermundismo, que podría aprovechar la cita de 2013 del
Foro Social Mundial de Túnez; la presencia combativa de unos sindicatos que se
reivindiquen en la acción; la nueva savia luchadora de las jóvenes generaciones,
esas dicen que ‘perdidas’, que han peleado en la ‘Primavera árabe’, en la Europa
indignada del Sur y otros países europeos y en Estados Unidos y, en general, el
concurso de la inmensa mayoría de la ciudadanía, víctima permanente de la
codicia insaciable del poder financiero global. Y hace falta, por último, que o
bien los viejos partidos de la clase trabajadora sean consecuentes con los
intereses y los derechos populares que dicen defender, o bien dejen su lugar a
nuevas fuerzas que recojan con más consecuencia el antiguo mensaje socialista y
las nuevas realidades irreversibles del feminismo y el ecologismo.
ATTAC Castilla y León no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.
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