Manuel Lago – NuevaTribuna.es
En
estos días de sobredosis de corrupción y escándalos financieros es
fácil que pase desapercibido para la mayoría practicas inaceptables como
las que acaba de anunciar Endesa. Esta compañía, una de las componentes
del histórico oligopolio eléctrico español, fue una empresa de capital
público -su nombre completo es Empresa Nacional de Electricidad- y la
creó el estado en 1944 con la intención de controlar un sector
estratégico como es la energía, a través de una empresa pública. Hasta
que Aznar acabó de privatizarla en 1998. Ahora ya no es ni de propiedad
pública ni española: después de extraños movimientos y una truculenta
historia de OPAs y contra OPAs acabo siendo propiedad de la italiana
Enel desde 2009.
Pues bien, Endesa acaba de anunciar que el próximo día 29 de octubre va a repartir un dividendo entre sus accionistas de 14.605 millones de euros,
un récord absoluto en la historia de la bolsa española. Nunca antes,
nunca ninguna empresa, había alcanzado una cifra similar. Estamos
hablando de más de 2,5 billones de pesetas, una cifra brutal, difícil de
asimilar y una autentica bofetada a la mayoría social de un país que
cada día tienen que oír que no hay recursos para casi nada.
Un dividendo multimillonario que va a pagar una empresa española que se va, casi en su integridad, para Italia porque Enel posee el 92% del capital social de Endesa y por lo tanto cobrará 13.345 millones de euros.
Recupera así una gran parte de lo que pagó para comprarla y redondeara
el negocio cuando materialice el anuncio de sacar a bolsa una parte del
paquete de acciones que posee.
La operación pasa de lo inmoral a lo escandaloso cuando se conocen algunos detalles. Por ejemplo, que los beneficios de la compañía en 2013 fueron de 2.943 millones de euros
y que por lo tanto, los dividendos que ahora distribuye multiplican por
casi 5 veces esa cifra. Y que, con gran probabilidad, en 2014 se sitúen
en el entorno de los 3.000 millones, muy lejos por lo tanto del
disparatado reparto de dividendos. Es cierto que se trata de un
dividendo extraordinario vinculado en gran parte a la venta de los
activos de Endesa en Chile, pero eso no hace más que añadir confusión a
la operación, porque el comprador de esos activos fue, precisamente, Enel.
Estamos
delante de una inaceptable y escandalosa operación de descapitalización
en la que se liquida una parte considerable del patrimonio de una
compañía española -que era pública hace no mucho tiempo- a
cambio de nada: Enel paga por la compra de los activos pero acto seguido
lo recupera cobrando el dividendo y Endesa se queda sin activos y sin
dinero. Se vacía una empresa española llevándose a una empresa de otro
país una parte de su patrimonio acumulado durante décadas. Ingeniería
financiera le llaman. Atraco también, porque Enel se queda con un tercio del valor de Endesa sin pagar nada.
Pero hay otro detalle estremecedor.
Endesa no tiene suficiente liquidez y por lo tanto va a pedir un
crédito, a endeudarse en 6.500 millones de euros para pagar ese
dividendo brutal a Enel. Y adivine con quien se endeuda: con una
empresa financiera propiedad de Enel que casualmente tiene su domicilio
social en Holanda, un paraíso fiscal para este tipo de operaciones.
Estamos ante un escándalo mayúsculo en el que están presentes todas las prácticas condenables del capitalismo financiero especulativo,
desde la privatización de una antigua empresa pública hasta la
ingeniería fiscal para no pagar impuesto de sociedades pasando por la
descapitalización de una compañía que forma parte de nuestra historia.
Por cierto, está en manos italianas por la reacción centralista ante la
posibilidad de que en 2005 una empresa catalana, Gas Natural, la
comprara.
Y no, no son empresas privadas que puedan hacer lo que
quieran. Porque esta operación descapitaliza y endeuda a Endesa en
primer lugar pero eso afecta al conjunto de la economía española y,
sobre todo, porque al final la vamos a pagar los ciudadanos a través de
la reducción en el impuesto de sociedades que Endesa va a aplicar en los
próximos diez años y en los precios de la energía.
Un
comentario final: cuando pague el próximo recibo de la luz, cuando oiga
hablar del déficit tarifario, cuando el ministro de industria y el
oligopolio eléctrico le expliquen porque hay que seguir subiendo el
precio de la energía, acuérdese de los 14.505 millones de euros del
dividendo.
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