Carlos Martínez - ATTAC Andalucía
La
ley mordaza nos retrotrae a leyes como la de “Bandidaje y terrorismo”.
la ley de “Represión de la masonería y el comunismo” o la ley de “Orden
Público” de los mejores tiempos del franquismo.
Es una ley
represora pensada en las respuestas sociales y sindicales a la crisis
capitalista y las políticas de austeridad, de robo y latrocino contra
las clases populares y los derechos sociales y laborales, que al objeto
de superar su crisis, se están imponiendo.
En un Estado donde el
derecho de huelga es papel mojado como ocurre en el Reino de España, en
las empresas privadas excepto en empresas muy grandes y de sectores de
tradición sindical y de clase como son fabricas metalúrgicas,
automoción, transporte, minerías y puertos, no solo es inexistente, sino
que son despedidos las y los que osan declararse en huelga. En un
Estado en el que amplisimos sectores laborales como hostelería, comercio
y grandes superficies o sectores de servicios avanzados, se vive en el
precariado más puro y duro, cuando no en la semi-escalvitud, la huelga
es algo ya digno de heroísmo y/o de solicitar ser “echado o echada” a la
p… calle. La forma más clara de protesta y rebeldía social, de dignidad
que queda es la manifestación, concentración u ocupación callejera.
Si
millones de personas solo pueden ocupar y cortar calles para manifestar
su dignidad frente a tanto atropello, la solución es multar, asustar,
poder detener, atemorizar también en las calles. La famosa frase del
ministro franquista Manuel Fraga Iribarne, fundador del PP “la calle es
mía” pronunciada en la pre-transición por ese llorado padre de la
Constitución y “carnicero” de Vitoria, se vuelve a pronunciar con los
hechos. La calle es del PP y de la oligarquía.
La clase dominante,
la derecha de siempre gobernante, nos impone su ley, con el objetivo de
vivir en paz, tranquilidad, asustar al populacho y poder vivir
tranquilos y sin protestas sociales. La calle es de ellos, el Estado es
de ellos, los bancos son de ellos, las fabricas son de ellos, los
grandes centros comerciales son de ellos. Todo es de ellos de la clase
oligárquica y poseedora.
Como todo es de ellos, nos roban en los
recibos de la luz, nos arrojan de nuestras casas, nos rebajan los
sueldos, no pagan impuestos, extorsionan, compran a políticos y
sindicalistas -que se dejan comprar-, compran periodistas, periódicos y
televisiones y nos sientan en los sofás. Incluso nos ofrecen “realitís”
socio-politicos, para desforgar en el salón de nuestras viviendas, pero a
la calle… A la calle,no. La calle es de ellos, de los ricos y sus
ejércitos privados de guardaespaldas, seguratas o policías a su
servicio, encima sufragados con nuestros impuestos.
La ley mordaza
exige respuestas y movilizaciones. La ley mordaza no se puede tolerar.
Esta bien hacer un acto simbólico delante del parlamento, pero no basta.
Mientras
los jueces juzgan rápidamente a huelguistas o piqueteros, a personas
que defienden la justicia, los juicios de los grandes chorizos,
corruptos y prevaricadores, se eternizan y los millonarios protegidos
por amnistías fiscales y paraísos fiscales se ríen de las clases
populares.
Si Franco no nos calló, estos menos. La ley mordaza no
es una simple cuestión de libertades. Es una ley represora, dictatorial y
anti-social. Hemos de responder.
Las Marchas de la Dignidad van a
responder y volver a salir a la calle. Este estado necesita una gran
dosis de dignidad, valentía y valores. Este Estado, su pueblo, necesita y
ya volver a salir a la calle.
Carlos Martínez es miembro de Alternativa Socialista y del Consejo Científico de ATTAC España
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