Compañeros, compañeras, gracias por estar en la calle una vez
más en defensa de nuestros derechos sociales, laborales y políticos.
Especialmente a las personas que habéis llegado desde fuera de Valladolid para
acompañarnos hoy.
La movilización en la que estamos tomando parte, este “Rodea
las Cortes”, se enmarca en una jornada de lucha a nivel estatal contra las
políticas de recortes de las que los parlamentos autonómicos son tan
responsables como el gobierno central. Tras el éxito de las Marchas de la
Dignidad que confluyeron en Madrid el 22 de Marzo, traemos esa rebeldía y esa
fuerza a esta ciudad.
Hemos querido venir hasta aquí y rodear esta institución para
expresar que el pueblo es soberano y que permanece vigilante ante las
decisiones que aquí dentro toman en nuestro nombre. La asfixiante mayoría del
Partido Popular en estas Cortes lleva a la autonomía a plegarse de manera total
a las exigencias del Gobierno y a esta institución a hacer el papel de mera
correa de transmisión de sus injustas decisiones. Un Gobierno que se
caracteriza, además, por los sobresueldos y la corrupción generalizada. Pero
más allá de las gruesas paredes de este parlamento hay mucha vida: la calle es
un hervidero de luchas necesarias, valientes, dignas, de las que nos
enorgullecemos.
Las políticas de austericidio impuestas desde la
Unión Europea y el Gobierno Central demandan que las comunidades autónomas
ejecuten toda una serie de recortes presupuestarios, sometiendo a la ciudadanía
a un grave deterioro de los pilares imprescindibles para el mantenimiento de
nuestro bienestar: sanidad, educación, servicios sociales y otros derechos que
supuestamente deben ser guardados y garantizados por este parlamento, al
tratarse de competencias autonómicas. Los miembros de la Plataforma de la
Dignidad estamos radicalmente en contra del intento de privatizar estos derechos
que son de todos y todas, aunque las empresas presionen para quedarse con el
nuevo nicho de negocio que han encontrado para sustituir el del ladrillo y la
especulación urbanística. Por eso queremos lanzar aquí también una protesta por
el Tratado que Europa está negociando con Estados Unidos, a espaldas de la
ciudadanía, para dejar en manos privadas todos nuestros servicios públicos.
El efecto de esta política económica es
especialmente nefasto para la delicada Comunidad Autónoma de Castilla y León, en la que las
previsiones adelantan que se perderán en la próxima década 200.000 habitantes, según datos del Instituto Nacional
de Estadística.
Nos encontramos frente a una administración
autónoma que empuja a la juventud al exilio, incapaz de hacer frente a las
necesidades de una población altamente envejecida; que condenan al mundo rural
y a sus pobladores a la desaparición; un territorio que carece de tejido
industrial y productivo que genere empleo digno, mientras se hipoteca nuestro
futuro con experimentos agresivos para el entorno y nuestra salud como la
fractura hidráulica o con megaproyectos urbanísticos inservibles. Hemos tenido sucesivos Gobiernos
que nos han impuesto injustas Reformas Laborales, que han recortado nuestros
derechos sociales mientras inyectaban millones de euros en salvar a la banca y
que han puesto, en una vergonzosa maniobra para introducir el artículo 135 en
la Constitución, el pago de la deuda por encima de las necesidades de las
personas.
En Castilla y León tenemos ahora mismo 230.000
personas paradas mientras se desahucia impunemente a 7 familias al día; nos
encontramos con una tasa de pobreza del 17,5% con dos de cada 10 personas
viviendo por debajo de este umbral, y muchas otras en riesgo de exclusión (con
cifras que alcanzan el 25% de los menores). También denunciamos la feminización de la pobreza y las
consecuencias que está teniendo en la salud y la dignidad de las mujeres
agobiadas como nunca por leyes injustas, como la Ley del Aborto, y la violencia.
Muchos de los centros de salud y los colegios del mundo rural penden de un
hilo, mientras se cuestiona el futuro de las pensiones en un territorio donde
la cuarta parte de la población supera los 65 años, siendo la más envejecida
del Estado español. Pero este panorama desolador es
reversible, estamos plenamente convencidas de ello.
Esta es una movilización que, además de poner el
foco en los recortes, denuncia el pago de la deuda, apuesta por el empleo digno
o la renta básica, defiende los derechos sociales y las libertades
democráticas, muestra su repulsa contra la represión y la corrupción endémica y
demanda una sociedad de hombres y mujeres libres; una movilización contra un
sistema, un régimen y unos gobiernos que nos agreden y no nos representan. Y
hoy, con inteligencia, constancia y lucha organizada, es más posible que nunca
cambiarlo todo, empezando por este régimen político que no puede tildarse de
democrático y la monarquía cuya imposición se acaba de renovar vergonzosamente.
Exigimos decidir sobre todo aquello que nos afecta y tomar las riendas de
nuestras vidas, y en este propósito no habrá poder institucional, económico,
mediático, judicial o policial que nos pare. El contenido de la Constitución
está ampliamente rebasado por el poder de la gente. ¡Qué se enteren! Vamos a
lograr detener los desahucios, impedir que privaticen los sectores
estratégicos, evitar el cierre de hospitales y escuelas, revertir cada uno de
los despidos fraudulentos, llenar de vida nuestros pueblos y barrios, librarnos
de Sus Majestades y sus serviles cortesanos y poner la economía en el lugar que
le corresponde, radicalmente al servicio de las personas, parando los pies a un
capitalismo especulador que liquida nuestros derechos para satisfacer a una
clase empresarial sin escrúpulos. Llevamos un mundo nuevo en nuestros
corazones, y vamos a construirlo.
No queremos irnos sin antes hacer referencia al incremento de
la represión, con normas como la Ley Mordaza, a la persecución de ideas en
Internet, a la criminalización de la
protesta social, a la brutalidad policial en las manifestaciones, a los
montajes judiciales, a la
reforma de la Justicia Universal… Sabemos que todo ello es reflejo de la
debilidad de un régimen en descomposición, sin credibilidad, que no tiene nada
que ofrecer a la mayoría. Nos acordamos especialmente de los compañeros Ismael
y Miguel, dos jóvenes madrileños que permanecieron en prisión preventiva, sin
juicio, a raíz del 22M durante cerca de tres meses, y nos unimos al clamor por
la absolución de todas las personas procesadas por participar en las marchas;
igualmente no nos olvidamos de otras personas encarceladas por motivos
políticos y represaliados por su reciente participación en movilizaciones y
huelgas: Carlos y Carmen en Granada, las pontevedresas Ana y Tamara, la
juventud de Gamonal y tantas otras personas que con su sacrificio nos empujan a
seguir adelante .
Nuestra pregunta ahora es ¿Hasta cuando tenemos que soportar
la bota sobre nuestra cabeza?. Ante tanta injusticia debemos llenar las calles
de personas con dignidad, capaces de sacudirse el miedo y la apatía como hacéis
todos y todas los que hoy estáis aquí. Debemos sacar nuestra rebeldía, nuestra
indignación y creernos de verdad que “si, se puede”. Las Cortes ven hoy como
traemos aquí nuestra protesta y la exigencia de un cambio radical en la
concepción política. Este es un paso más hacia la consolidación de una sociedad
nueva con pan, trabajo y dignidad para todos y todas. La fuerza de la
ciudadanía lo hará posible porque nos hemos levantado y hemos dicho basta.
Viva la lucha popular.
Vivan las Plataformas de la Dignidad.
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