Los datos ofrecidos por el Ministerio de Empleo revelan que la
afiliación a la Seguridad Social aumentó en febrero de 2014 con respecto
al mismo mes del año anterior. Una noticia que tanto el Gobierno como
los grandes medios de comunicación han presentado como un claro síntoma
de recuperación en el mercado laboral y, por ende, de la economía
española. Sin embargo, un análisis más detallado de los datos y de la
situación nos obliga a ser mucho más cautos a la hora de valorar de
forma positiva la noticia.
El informe del Ministerio de Empleo presenta únicamente datos del
número de afiliados a la Seguridad Social, pero no dice nada del salario
de los afiliados, ni de cuántas horas trabajan por jornada, ni si los
contratos son temporales o indefinidos, ni de los derechos laborales
inherentes a los contratos, etc. De forma intuitiva interpretamos como
buena noticia que el número de afiliados aumente porque, al fin y al
cabo, el dato nos está diciendo que hay más personas trabajando.
No obstante, si no completamos esa constatación con otro tipo de
observaciones no estaremos en condiciones de saber si la noticia es
positiva o no. Por ejemplo, puede ocurrir que una empresa aumente su
plantilla en una unidad porque se ha contratado a un nuevo empleado que
vaya a trabajar y a cobrar lo mismo que el resto de empleados. Pero
también puede ser que lo haga porque se ha despedido un empleado antiguo
y se haya contratado a dos nuevos trabajadores que cobren y trabajen
cada uno de ellos la mitad de lo que lo hacía el otro. En este caso la
empresa seguiría prácticamente en la misma situación (pagando algo
parecido por su plantilla, funcionando el mismo número de horas,
produciendo lo mismo y obteniendo los mismos beneficios) pero en los
datos se vería reflejado un aumento en el número de trabajadores.
Las horas, el dato de rigor
Este ejemplo de una empresa puede ser trasladado a toda la economía y
las conclusiones son las mismas: una economía puede aumentar su número
total de trabajadores pero no aumentar el número total de horas
trabajadas y por lo tanto no percibir ninguna mejora en producción, ni
en cuantía salarial total, ni en beneficios, etc.
En cualquier análisis económico que ponga la lupa sobre el empleo,
resulta “tramposo” usar el número de trabajadores. Lo riguroso es
observar el número de horas ya que, al fin y al cabo, representan el
tiempo que se trabaja en una empresa o en una economía, y su relación
tanto con la producción como con el salario es mucho más estrecha. Lo
que importa para saber cuánto se produce no es la cantidad de
trabajadores, sino el tiempo que trabajan.
Vamos a ver cuán diferente resulta analizar el empleo en España
atendiendo al número de horas en vez de al número de trabajadores. Desde
2002 hasta 2007, durante el boom impulsado por la burbuja
inmobiliaria, la creación de puestos de trabajo fue colosal.
Concretamente, el total de trabajadores aumentó en un 19,3%. Sin
embargo, el volumen de horas trabajadas creció bastante menos: un 14,1%.
Esto quiere decir que la cantidad de horas trabajadas por empleado se
redujo notablemente; o lo que es lo mismo, que en la creación de empleo
destacaron los puestos de trabajo a tiempo parcial por encima de los
puestos a tiempo completo.
De 2007 a 2011, con la crisis económica, la destrucción de puestos de
trabajo fue monumental: una caída del 10,4%. En cambio, la reducción
del número de horas fue menor, del orden del 9,3%. Eso quiere decir que
la cantidad de horas trabajadas por empleado aumentó, debido
fundamentalmente a que los puestos de trabajo que se destruyeron fueron
fundamentalmente los de tiempo parcial (precisamente los que se habían
creado de forma tan rápida en los años anteriores).
A partir de 2012 se produjo un punto de inflexión causado por las
reformas laborales (que precarizaron fuertemente el trabajo) tanto del
PSOE como del PP: sólo durante ese año el número de puestos de trabajo
descendió un 4,2%, pero el número de horas lo hizo a un ritmo
notablemente superior: 4,9%. Por lo tanto, la cantidad de horas
trabajadas por empleado se redujo, lo que quiere decir que en términos
generales el trabajo se hizo más precario.
Aunque todavía no hay datos oficiales posteriores a 2012, sí podemos
hacernos una idea de la situación atendiendo a otro tipo de datos. Por
ejemplo, el peso de los contratos a tiempo parcial sobre el total no
deja de aumentar: mientras en 2006 esta proporción era del 23,2%, en
2013 era ya del 35%. Esto quiere decir que de todos los trabajadores
españoles cada vez hay más personas que trabajan menos horas de lo
normal. Y el 61,1% de todos ellos lo hacen de forma involuntaria. Por
otro lado, la duración media de los contratos temporales ha menguado
constantemente desde el inicio de la crisis: en 2007 la duración media
era de 79,1 días, mientras que en 2013 ha sido de 54,7 días.
Por lo tanto, sabemos que, por un lado, un aumento del número de
trabajadores podría darse sin un aumento del total de horas trabajadas,
con lo cual ni la producción de la economía sería mayor ni tampoco la
cantidad total de salarios. Por otro lado, de poco nos sirve que aumente
el número de trabajadores si los contratos son fundamentalmente a
tiempo parcial y/o con una duración en días cada vez más limitada. En
consecuencia, un análisis más detallado del mercado laboral nos revela
que el aumento de afiliados a la Seguridad Social no es una noticia tan
positiva como la pintan.
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